jueves, 3 de diciembre de 2009

El Donante


Creo que ya está volviendo de la anestesia. Ya era tiempo. Me tiene inquieto esta situación, que no sé que habría pasado si este anciano no se despierta. Creo que al doctor Sanfuentes le pasaba lo mismo, porque a cada instante se asomaba a preguntar si ya habría vuelto. Desde la puerta movía la cabeza y de nuevo se iba a tomar café y a conversar con sus colegas.

Lo bueno es que no han dejado pasar a sus familiares. Por lo que he podido escuchar de los médicos, de las enfermeras o de lo preguntan por teléfono han sido realmente cargantes y atosigadores con esto de querer saber todo sobre la operación. Absurdo, porque si dicen que tuvieron que esperar tanto para encontrar un donante, al menos ahora deberían dejar tranquilos a los médicos y permitirles que hagan bien su trabajo. Total, con toda sus visitas y preguntas, es poco lo que podrían aportar.

- ¿Cómo se siente don Alberto? - pregunta el doctor Sanfuentes cuando se le acerca. El aludido tan solo hace un movimiento imperceptible con la cabeza y levanta levemente las cejas - descanse, pero trate de no volver a dormir - dice y comienza a examinar todas las máquinas de monitoreo.

- Creo que va a estar bien muy luego - le dice el doctor Segovia, brazo derecho de Sanfuentes. Pero éste parece no escucharlo ensimismado en la idea de sentir mis latidos, en la punta de sus dedos puestos sobre el tórax del anciano o en sus oídos a través del estetoscopio.

- Sí, se escucha suave, pero bien - dice, y yo, y el anciano, exhalamos un mismo suspiro de alivio.

- La seguridad que da un corazón joven, pues doctor - le dice Segovia, pero Santuentes parece no escucharlo, absorto en comprobar la simetría de los latidos.

Joven, sufriente y valiente corazón, debió haber dicho Segovia. Creo que mi vida no fue nada fácil. La alimentación deficiente, el licor, el tabaco y la vida de miserias en que viví durante veinte y tres años, no es algo de lo que debería vanagloriarme. Además, en un momento creí que me moría junto a Maldonado. La puñalada me pasó casi rozando. Creo que pude hasta sentir el paso del metal cortando carnes, tripas, arterias... todo. De todas formas, creo que la cosa nunca fue mejor que eso.

- ¡La ambulancia! - gritó el jefe de la guardia - eso fue lo que me salvó.

- Hay que salvarle el corazón a este culiao, dijo el camillero. El gueón vale callampa, pero dijeron que era donante, así que vamos a ver qué sucede... y se tomaba su tiempo como esperando que Maldonado dejara de una vez por todas de respirar. Y así fue que solo en el instante que ello ocurrió, se instaló en el vehículo y atravesó como una tromba las calles vacías de la medianoche viñamarina.

Hay partes que no recuerdo. Sólo tengo en la memoria, como algo verdaderamente increíble, el momento en que el doctor Sanfuentes me tomó y me introdujo en medio del pecho de don Alberto. Me sentí asfixiado, sin sangre, inerte... una sensación increíble. Mucho para un solo día; la pelea, las puñaladas, la muerte de Maldonado... y luego, casi, la mía. Sí, porque en un momento juro que estuve muerto. Creo que la sangre de don Alberto fue lo que salvó, o la máquina de bombeo... no sé. ¿Cómo podría saberlo si estaba muerto y cuando volví estaban todos hablando, dando órdenes y moviéndose como enajenados?

- Este, don Alberto es un tipo con suerte - Se lo escuché decir a su yerno.

- Viejo e'mierda, no se murió. Creí que no iba a alcanzar a esperar donante - agregó.

- La plata, mi viejo, la plata, con dinero se compra cualquier cosa... - dijo su compañero.

El viejo dormía y yo escuchaba.

- Lo bueno es que el corazón es de un delincuente, de un preso...

- Entonces, queda todo en familia - dice el otro.

- Sí. La vida es muy justa. Por lo demás, pienso que a todos los presos rematados deberían sacarles el corazón para dárselo a personas que lo necesitaran... por lo menos así Dios les podría perdonar sus pecados.

Me quedo pensando. ¿Cómo será este viejo? Tengo la sospecha que lo voy a pasar bien. Al menos no pasaré más pellejerías. Además, a los parientes ya les leyeron la cartilla. El viejo no puede hacer absolutamente ningún esfuerzo. Le prohibieron todo.

- Me siento como un auto cero kilómetro - dice el viejo cuando alguien lo llama por teléfono. Es mentira. Han pasado tres meses y sigue igual de asustado. Sí, yo sé mejor que nadie que tiene miedo de morir. ¿Y cómo Maldonado nunca le tuvo miedo a la muerte? Toda la vida arrancando, peleando, descolgándose de las murallas..., desde siempre..., desde lo que yo tengo recuerdos. En cambio este viejo delante de los demás se hace el bacán, pero en la noche se queda dormido rezando horas y horas para no morirse. Claro que a veces se le olvida su situación. Sobre todo cuando le pellizca el traste a la Rosita, la más joven de las empleadas de la casa.

- Mire como me lo tiene ..., todo moreteado - le decía levantándose el vestido - yo lo voy a acusar a la señora Juanita.

El viejo parecía solazarse con lo que la joven empleada hacía. Claro que de repente se llevaba la mano al pecho y se asustaba que yo estuviese tan agitado. Creía que con ponerme la mano por delante me iba a sosegar.

¡Sabía que esto, tarde o temprano tenía que pasar!... Los doctores tienen la culpa. Aunque le dijeron que se fuera con cuidado, pero el viejo no aguantó más.

- Yo creo que Ud. ya está bien, suegro, mi doctor dijo que como han pasado dos años desde la operación el cree que ya no habría problema.

Aunque no sé si fue lo que tomó o las magníficas curvas de su secretaria lo que lo mató. Yo sentí el golpeteo de la sangre convulsionada cada vez más a medida que ella se iba sacando la ropa. Y después cuando vio que el viejo se empezaba a poner morado la mujer salió corriendo a buscar ayuda.

Creo que ha sido demasiado tarde. Al hotel ha llegado todo tipo de servicios de urgencia, pero ya no se puede hacer nada.

Ahora que veo que mi vida se extingue junto a la de este viejo penso en Maldonado. Si él hubiera estado en vez del viejo, ¿qué habría pasado? Pienso muchas tonteras; un vendaval de ideas se me pasan en segundos por la mente.

- Viejo é mierda, ¡¿por qué se tuvo que tomar el viagra?!.


Armando Aravena
2004

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