jueves, 17 de diciembre de 2009

Casita de perro






- Mira mamá que linda la casita ¿Cuál? - dice su madre.

- La que está atrás de la roja y al lado de la azul. Mamá, si tuviéramos una casa, ¿me dejaría tener un perrito?

- Si tu papá tuviese para comprar una, tal vez.

- Y como le pondríamos,

- Le pondría Comotú.

- ¿Se llamaría como yo?

- No, se llamaría Comotú.

Luisito no comprendió a su madre pero no volvió a preguntar. Luis le había comentado a su padre que quería tener un perro según él, de los que dicen que son policiales, también le enseñaría y que le obedeciera, y le contestó que no, porque hacen mucho gasto y comen mucho.

- Mami, ¿ yo puedo tener un perrito policial?

La madre riendo -dice- claro, donde nosotros vivimos, él podría ser feliz y más, si tiene dentro la hermosa casita que escogiste, pero nosotros quedaríamos con la mitad del cuerpo afuera-hijo ya vamos, tenemos que bajarnos. El niño la sigue sin dejar de pensar en la casita blanca que había visto a través de la ventanilla de la micro. Mientras camina abstraído en su pensamiento, aprieta más fuerte la mano de su madre sobresaltado ai escuchar de improviso muy cerca de él el ladrido de un perro; a! verlo se acerca a la reja de la casa aunque éste le ladra amenazante.

Mira mami,- dice Luisito muy entusiasmado, éste también me gusta es crespito y blanco como la casita, él no comería tanto como dice mi papi.

La mujer continúa caminando sin decir palabra mientras el pequeño comenta que le enseñaría como lo hacen los carabineros, lo acostaría en su cama y dormiría con él. Sin embargo, ella no responde. Como decir a su hijo que pasaría mucho tiempo en que talvez pudiera ver realizado su único sueño, pero no estaba sólo lo de su hijo. Si alguna vez lograba tener una casa, sería muy reducida sin espacio quizás para tener un perro y seguramente sin derecho a escoger una como el niño deseaba para su perro. Empezaba a oscurecer, después de caminar unas cuadras divisaron banderas en carpas y piezas construidas e improvisadas con cualquier material que los cobijara. La mujer caminó hasta allí y entró en una de ellas con su pequeño Luisito.


Nelly Valenzuela
2009

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