martes, 29 de diciembre de 2009

Burundi

Natalia sintió de pronto un deseo perentorio, urgente de ir. ¿Hacia qué lugar? No era claro para ella; pero sí estaba segura de la necesidad que poco a poco se había incubado en su interior para irrumpir en un querer ir: lejos, sí, muy lejos. Ese lugar tendría que ser diferente a todos los espacios conocidos. Quizás fuera en Africa, tal vez en Burundí o cualquier remoto pueblo extraño. ¿Pero a dónde debía ir en realidad? Y ¿Cómo llegar? Eso obviamente lo ignoraba.

Salió a la calle. Estaba vacía. Tan vacía como en Domingo por la mañana. Era un día de aquellos en que uno no acierta a definir si es un día de Otoño o uno de comienzo de Primavera, a pesar de que lo iluminaba un Sol tenue, no hacía frío.

Salido de sabe dónde, un autobús se detuvo en frente de ella. Subió sin tiitubear. Luego de dar apenas una mirada se ubica en el primer asiento, aunque todos estaban vacíos.

- Señorita yo voy al aeropuerto por un encargo. No estoy de servicio. ¿A dónde se dirige usted? - Le pregunta el conductor.

- Justo lo que necesito, ese es un buen lugar de partida, - dice para sus adentros.

- Al aeropuerto, - le responde prestamente.

El conductor la mira através del espejo retrovisor con incredulidad. Ella no le hace caso a su mirada y por el contrario finje prestar atención a un punto indefinido fuera del vehículo.

Las calles pasan raudas. Extrañamente no se detiene el bus en ninguna esquina. Al parecer no funcionan los semáforos, o lo que sea. Esto la alegra; - llegaré pronto al aeropuerto y desde allí podré ir más lejos y más, - piensa.

Calles y calles cruzan por su ventanilla, tal como si el exterior del autobús fuera una cinta sin fin. La luz solar parece ir oscureciéndose lentamente. Los sonidos y las voces se van apagando del mismo modo.

El conductor al parecer la ha olvidado. Ya no la mira por su espejo retrovisor. Natalia divisa la imagen del hombre estático en su asiento. Ell continúa en igual posición. Sólo que ahora, siente que carece de peso y de forma. Nadie la importuna. No hay preguntas ni tampoco explicaciones. Está, eso solamente.

- ¿Tendrá quizás esta forma la felicidad? ¿Y este vehículo, es finalmente, su paraíso encontrado?..

En el quiosco de diarios de la esquina, en la mañana siguiente, mostraba la portada de un diario en el que se podía leer con grandes letras y en primera plana: "Una mujer apareció muerta en un bus. El vehículo estaba fuera de servicio desde varios días. Lo curioso, acotaba el periodista, era que la mujer parecía ser la imagen del bienestar y la paz".


Julieta Morales
2000

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