martes, 17 de noviembre de 2009

Matrimonio del sindicalista


En la plaza del pueblo, junto a la iglesia, estaba el edificio del sindicato de la agroindustria.

Era un viernes al atardecer y mientras el sindicato sesionaba a puertas cerradas, en la parroquia se realizaba un matrimonio más. Pero, era el del Tesorero del Sindicato.

La mesa directiva señalaba los puntos en desacuerdo con la empresa en la negociación colectiva de ese año.

El presidente del sindicato expuso con vehemencia para que la gente rechazara la oferta de la empresa.

Se opusieron a la huelga unos directores aduciendo sólo razones laborales, no políticas.

Algunos que se sumaron a la idea del presidente, vociferaban.

- Vamos a la huelga compañeros…, hasta las últimas consecuencias. ¡Viva Chile! ¡Vivan los trabajadores!

- ¡¡Noo!! Gritaban los otros. ¿Qué pan llevaremos a nuestras casas, sin responsabilidad sindical?

Yo por eso digo que no. Antes, tratemos de llegar a un arreglo. Es lo mejor para todos nosotros.

El sindicato debatía a todo pulmón. El bullicio de sus desacuerdos traspasaba a la calle, al templo y a todos los edificios colindantes, mientras en la parroquia, un cura viejo, algo sordo, pronunciaba con gran solemnidad las oraciones y letanías propias de una misa matrimonial. Los novios estaban de pie algo cansados debido al largo rato sin movilidad. Además, estaban muy aburridos, porque sentían esa sensación que el tiempo estaba detenido para ellos mientras el curita hablaba. Ellos querían irse rápido a la fiesta y comenzar a brindar con sus amigos. Él, como fanático miembro ausente de la directiva del sindicato, estaba muy distraído, no podía dejar de pensar en la votación, escuchando ansioso los gritos de sus compañeros que venían del edificio contiguo, llegando hasta la misa, a pesar del volumen de los parlantes y del coro contratado, que les cantaba cada tanto.

En el sindicato, los opositores comenzaron a abuchear a su presidente, que enrabiado lanzaba sus diatribas en contra de la empresa.

- Esos chupasangres capitalistas, lo único que les interesa es enriquecerse a costas de nosotros.

Por eso, nuestro esfuerzo y sacrificio, compañeros, también debemos valorarlo. Así que…, ¡¡¡Noo a las propuestas de la gerencia!!!, ¡¡¡Noo a los sueldos de hambre!!!


- ¡Estimados amigos y trabajadores!, ¡Silencio…, silencio por favor! No comparto nada de lo dicho por nuestro presidente. No debemos ir a esta huelga. No debemos precipitarnos en soluciones fáciles, porque después estaremos lamentándonos. Aceptemos la oferta de la empresa, que es varios puntos sobre el IPC.

- ¡Comed todos de él, porque este es mi cuerpo…! manifestó el cura. Los asistentes se distraían mirando las pinturas en los techos. Bostezos fruncidos muy disimulados del padrino del novio, hicieron que algunos lo encontraran contagioso. La joven novia ya desfallecía, pues se notaba su cansancio en la forma de pararse.

Con disimulo se rascó una nalga, como si una pulga hubiera invadido las propiedades del novio.

De pronto el tedioso sacerdote hizo las preguntas de rigor al novio y súbitamente todos escucharon su inesperada contestación. -¡¡¡Nooo!!!; Los asistentes a la ceremonia se extrañaron por su irresponsabilidad.

Entonces el padrecito, que no escuchó bien nítida la respuesta entre tanto ruido, tuvo que preguntar nuevamente si el novio aceptaba a la novia como su legítima esposa… mientras la mayoría del sindicato repudiaba la huelga a todo pulmón.

- ¡¡¡Nooo!!! dijo el novio, por segunda vez, preocupado para que la huelga se quebrara…

- Mario ¿viniste libremente a desposar a Estela?

- ¡¡¡Nooo!!! vociferó nuevamente el novio, confirmando que él se oponía a la paralización de faenas…que junto al griterío del edificio del lado, terminaron finalmente por confundir aún más al sacerdote.

- Entonces, declaro suspendida esta ceremonia. Todos los asistentes pueden retirarse…


Wilfred Youlton
2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario