miércoles, 18 de noviembre de 2009

La candidata ideal

Raúl Rivadeneira, Gerente de Relaciones Industriales, disfrutaba cada vez que tenía oportunidad de aplicar su controvertido método: La Cara Oculta de la Luna para seleccionar personal. Su teoría consistía en hacer creer a cada postulante que los requisitos para ocupar el puesto eran diametralmente opuestos a su personalidad, de la que se informaba previamente mediante tests psicológicos hechos al candidato.

Maribel escuchaba nerviosa la explicación del señor Rivadeneira que con ceño adusto y expresión pétrea, le señalaba las características requeridas para el cargo que postulaba en la empresa.

- La hemos preseleccionado para ocupar el cargo de Secretaria del Gerente General porque hemos pensado en una mujer de gran inteligencia, no muy atractiva, con mucho carácter y que sea autónoma en sus decisiones.

Maribel se sintió tocada por el comentario respecto a su atractivo, ya que ella se consideraba una de las beldades de la empresa.

- ¿Está seguro, don Raúl, que cumplo con las características solicitadas?

- Me imagino que si, ya que fue el gerente quien me dio la lista con las posibles candidatas.

- No sé, yo me encuentro bastante atractiva, pero no tengo mucho carácter, soy bastante indecisa...

- ¿Sabe que si es seleccionada duplicaría el sueldo que gana actualmente?

- Si, algo me habían comentado...

Se imaginó por un segundo trabajando bajo las órdenes del Gerente General y sintió una gran angustia por su forma fría y despótica de tratar al personal. Así que sin pensarlo más, optó por una retirada elegante.

- Le agradezco mucho su ofrecimiento, pero creo que no cumplo con los requisitos para el puesto...

Acto seguido, se levantó, agradeció a don Raúl por haberla entrevistado y salió de su oficina.

Rosa María era otra de las candidatas, llevaba más de 5 años en la empresa y nunca antes le habían ofrecido un ascenso. Ella era una mujer morena, soltera, de gruesa contextura, eficiente, pero con un carácter agrio y una difícil relación con sus compañeros de trabajo.

Al sentarse frente a don Raúl le explicó las características del puesto:

- En este cargo se requiere una mujer flexible, de carácter dulce, con capacidad de negociación, que deberá presentar alternativas para que su jefe tome la mejor decisión.

Rosita era muy independiente y no ocultaba su irritación cuando su superior jerárquico controlaba su trabajo.

- Dígame, señorita, ¿Tiene usted un carácter dulce y apacible?

Rosita estaba complicada, no quería mentir, pero tampoco deseaba que su franqueza la hiciera perder esa gran oportunidad, así que disparó un volador de luces.

- Mire, don Raúl, mis sobrinos me adoran, soy su tía preferida...

El señor Rivadeneira la miró fijamente y sin pestañear le preguntó:

- ¿Qué opinan sus compañeros de usted?

- No sé, tendría que preguntarle a ellos, aunque imagino que me quieren harto, porque les he enseñado todo lo que saben...

El Gerente la miró imperturbable y después de hacer unos comentarios corteses, le agradeció su participación en esta selección.

La última candidata era Roxana, una jovencita animosa, alta, de muy buena facha, que usaba sus encantos con singular maestría para conseguir sus objetivos.

Esta vez el discurso tuvo ligeras variantes:

- Le hemos preseleccionado porque buscamos una mujer poco agraciada físicamente, recatada, discreta, de modales finos y delicados que sea leal con su jefe.

Roxana era un auténtico camaleón y esta ocasión le parecía caída del cielo.

- Yo creo, don Raúl, que soy la persona indicada para ocupar este puesto...

Mientras hablaba, se inclinaba hacia delante para mostrar su generoso escote y cambiaba de postura constantemente para lucir sus largas piernas, apenas cubiertas por una ajustada minifalda.

Don Raúl permanecía impasible ante sus intentos de seducción, así que ella orientó la conversación hacia su tema predilecto.

- ¿Cómo me encuentra físicamente, don Raúl?

- Mire, Roxana, mi opinión no importa, ya que fue el gerente general quien la preseleccionó. ¿Se considera usted una persona fina y delicada?

- Soy delicadísima con los hombres, nunca armo escándalos y siempre estoy dispuesta a hacer todo lo que el jefe me pida.

- ¿Usted piensa que es la candidata ideal para este puesto?

- Yo creo que sí, aunque no me siento fea, pero si el gerente lo cree así es asunto suyo...

Don Raúl abandonó su actitud seria y reservada, la miró sonriente y le comentó:

- A mí me parece usted muy bonita y simpática, tal vez su belleza no sea impedimento para el puesto, anotaré en el informe que usted cumple con todo lo exigido.

- Gracias, don Raúl, usted es un amor y cuente conmigo para lo que sea...

Se levantó, se estiró por sobre el escritorio, le dio un sonoro beso en la mejilla y sonriendo con picardía le dijo:

- Me encanta la gente seria y simpática. Llámeme cuando quiera, este es mi teléfono...

Roxana salió de la oficina contoneándose como una pantera satisfecha.

Don Raúl se quedó elaborando el informe con las entrevistas realizadas y una vez terminado lo llevó a la oficina del gerente.

- ¿Qué le parecieron las candidatas don Raúl?

- Muy bien, son todas muy buenas muchachas y merecen una oportunidad de ascenso...

- Pero ¿cuál me recomienda usted para el cargo de secretaria ejecutiva de gerencia?

Don Raúl sintió la tentación de recomendar a Roxana, para cobrar el atractivo premio ofrecido por ella en forma tan descarada, pero algo lo retuvo en el último momento.

- Muy a mi pesar, creo que ninguna cumple con los requisitos para el puesto...

- Lo felicito, don Raúl, ha aprobado con éxito el examen, porque la prueba era para usted...


Alberto Covarrubias
2001

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