miércoles, 14 de abril de 2010

El primer tren - Parte V


Inicio de la construcción

William Wheelwright una vez que recibió del gobierno de Manuel Bulnes, la concesión definitiva a la naciente Compañía, se puso en contacto con los empresarios de la zona interesados para impulsar la instalación del ferrocarril. El trámite quedó registrado de la siguiente manera:

“Con esta fecha, 3 de octubre de 1849 y ante mí, Notario Público de Copiapó, concurre un grupo de ciudadanos que determinan fundar la Compañía del Camino Ferrocarril de Copiapó, cuya acta de constitución se transcribe.”

Con respecto a los valores aportados por los concurrentes, estos son los siguientes:
Candelaria Goyenechea viuda de Gallo, Diego Carvallo y Agustín Edwards $100.000, Vicente Subercaseaux y Blas Ossa Varas $70.000, Williams Wheelwrigth, Gregorio Ossa Cerda y Diego Vega , Tocornal Hermanos, José María Montt, Manuel del Carril, Matías Cousiño y José Santos Cifuentes $50.000.

Total $800.000.

En la Historia del Ferrocarril en Chile de María Piedad Alliende E. encontramos la primera mención relacionada con el tren de Caldera a Copiapó:

En l845, Juan N. Mouat, un viejo relojero escocés del puerto de Valparaíso, fue el primero en concebir la construcción de un tren que uniera al pueblo de Copiapó con el puerto de Caldera.

En las fiestas del 18 de septiembre de 1846, en un almuerzo cívico en Copiapó, este hombre ya brindaba “por el ferrocarril que unirá muy pronto a esta ciudad con su puerto”. Dos años más tarde, el 9 de noviembre de 1848, obtiene por decreto supremo del gobierno de Manuel Bulnes la concesión para construir este ferrocarril. Sin embargo, falto de capital, Mouat debe abandonar sus proyectos.

William Wheelwright (marino desde los doce años, original de Massachussetts y avecindado en Chile desde 1841), después de haber promovido con éxito la fundación de una compañía de vapores en Chile, la Pacific Steam Navigation Company, decide comprar en $30.000 la concesión dada por el gobierno a Mouat. Wheelwright, como representante de la línea de vapores y accionista de la Compañía Anglo-Chilena de Minas en Copiapó, comprendió la necesidad de ubicar un mejor puerto para la ciudad y unirlos por medio de un ferrocarril. Éste atendería las necesidades de una región minera de gran importancia al darle salida por mar a los minerales, aprovisionar la zona de materiales y alimentos y trasladar pasajeros.

Wheelwright envió uno de sus vapores a la costa norte de Chile y recibió informes de que Caldera, una caleta de pescadores, era mejor puerto que Puerto Viejo, de Copiapó, situado en la desembocadura del río de su mismo nombre y usado hasta entonces a pesar de sus inconvenientes. Posteriormente, el propio Wheelwright inspeccionó a caballo el terreno. Halló que el puerto de Caldera permitiría construir un gran muelle, en el que todos los buques pudiesen desembarcar sus cargamentos directamente en los carros del ferrocarril, prolongado sobre el mismo muelle. Aceptada la idea por las personas acaudaladas de Copiapó, a quienes Wheelwright la propuso, quedó formada la Compañía del Ferrocarril de Copiapó con un capital de $800.000, dividido en 1.600 acciones. Esta sociedad obtuvo del gobierno una nueva ley de concesión el 20 de noviembre de 1849. Esa misma ley declaraba a Caldera puerto mayor.

Los principales interesados en la empresa del ferrocarril fueron doce empresarios, entre ellos Candelaria Goyenechea, viuda de Gallo, Agustín Edwards Ossandón, Diego Carvallo y William Wheelwright. Este último se encargaría de la administración de la empresa. Sin tardanza, hizo traer de Estados Unidos a cuatro ingenieros de vasta experiencia ferroviaria, los hermanos Allan y Alexander Campbell, Walton W. Evans y Edward Wolfe, a quienes les encomendó los estudios y la construcción de la obra.

Los primeros trabajos empezaron en marzo de 1850, en el puerto de Caldera, en la parte que debía ocupar la estación de igual nombre. En mayo llegaron los ingenieros acompañados de artesanos y mecánicos. Las locomotoras y carros se construían en la fábrica de Morris y Hermanos en Filadelfia, EE.UU. Los rieles serían traídos de Inglaterra.

Terminados los trabajos en Caldera,
en junio empezaron los trabajos de la línea a la salida del puerto. En un comienzo se destinaron a esa obra 80 hombres, mientras se esperaba la llegada del sur del país, a fines del mes, de 400 más y de un barco con madera.

A finales de octubre de 1850 había 500 trabajadores, un numeroso personal de ingenieros, mayordomos y maestros de distintos oficios. Además, ya estaba terminada la nivelación del camino en unos 20 kilómetros a la salida de Caldera, donde se situaba la parte más difícil. En los primeros días de enero de 1851, comenzaron a ponerse los rieles y en febrero había 12 kilómetros terminados. El 21 de junio de ese año llegaba la fragata norteamericana Switzerland, de Nueva York, con las locomotoras y coches de pasajeros. Al día siguiente llegaba la Saint Joseph, de Baltimore, con los vagones para el carbón y todos los demás útiles necesarios para la terminación del ferrocarril. Debido a ciertas dificultades en descargar las locomotoras y carros y a la necesidad de su limpieza y ajuste general, no fue posible tenerlos listos para el día 4 de julio, cuando se inauguraba la línea hasta Monte Amargo. El 29 de julio de 1851 se probaba la primera locomotora que funcionó en Chile, con un acoplado de tres carros de carga. Era la máquina número uno, la Copiapó, dirigida por un norteamericano de apellido Tarjet y su ayudante, de la misma nacionalidad, Goudallen.

El inicio de la instalación del tren
fue siempre a partir del Puerto de Caldera. Es allí donde llegaba el material para la construcción primero y posteriormente los coches y las locomotoras.

El improvisado Puerto de Caldera, que originalmente era una rústica caleta de pescadores, fue construido a partir de 1849. La idea era buscar un lugar al que pudieran acceder embarcaciones de mayor calado, reemplazando al antiguo Puerto Viejo ubicado en la desembocadura del río Copiapó que no ofrecía dicha condición.

Por aquellos días “El Mercurio”, también había posado sus ojos sobre la región. A diario aparecían cartas y anuncios que daban cuenta de los importantes y trascendentales, en ciertos casos, acontecimientos que ocurrían en aquella zona del norte de nuestro territorio.

"Terrenos a venta o arriendo en Caldera”
“Establecido el ferrocarril a Copiapó en el Puerto de Caldera, elegido con sano criterio, no sólo por la ventaja de tener agua, sino también por la comodidad de su posición local y para la futura población en una extensión de más de 40 pies sobre el nivel del mar y que facilita el embarque y desembarque; y a esto agrega la multitud de minas de cobre que hay en las inmediaciones de este puerto. Si se consideran los ricos minerales de plata descubiertos; con poca interrupción del tiempo es fácil presagiar el emporio de riqueza que dentro de poco llegará a este puerto, a cuya concurrencia estimularán, no sólo las ventajas mercantiles, sino también el benigno temperamento.”

“Dentro de cuatro meses estará concluida y puesta en ejercicio la tercera parte del camino de dicho ferrocarril y muy poco tiempo será preciso para que la actividad de su comercio rivalice con la de Valparaíso.”

“Como dueño de los terrenos de este puerto y siendo tan numerosas las exigencias para situarse allí, lo hago público por la prensa para que todo el que quiera aprovecharse de alguna situación análoga a cualquier género de industria mercantil y quiera comprar terrenos a dirigirse a mí en cualquier parte donde me hallen, proviniendo a los comerciantes por menor, que quieran establecerse como pobladores que pueden desde ahora contar con terrenos a cómodo precio y a cómodo plazo".

“Se encuentra en aquel punto como elemento de edificio, piedra de labrar con hacha y mucha abundancia de ostras para la cal, como elemento de abono hay pasto todo el año para proveer el artículo leche y algún ganado menor. Pescados y mariscos variados y abundantes. El agua puede obtenerse en cada casa por pozal.”

Fin Parte V

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