miércoles, 7 de abril de 2010

El primer tren - Parte II

Pero, ¿quién es este José Joaquín Vallejo, que se hace llamar jotabeche?

Personaje múltiple, periodista, abogado, político, escritor, académico, minero, agricultor, capitán de milicias, diplomático, hombre de mil facetas diversas.

Supo ser provinciano, sin rebajarse a mendigo de la capital. Desde el espacio que supo hacerse en las letras señala: “El provinciano y el burro son los seres para quienes exclusivamente fue fabricada la paciencia”.

Nació en Copiapó en 1811, en una humilde familia. Hijo de Ramón Vallejo, un humilde platero artesanal y Petronila Borkoski Pérez, una descendiente de polacos. La situación familiar fue siempre de duras penurias y apreturas económicas. Tras el terremoto de 1819 su familia decide instalarse en casa de unos tíos en La Serena. A los ocho años inicia su educación formal, primero en una escuela de los franciscanos y luego en el Liceo Chile de Santiago, de propiedad del español José Joaquín de Mora, donde obtiene una beca del gobierno como alumno ayudante que le permite obtener un pequeño salario que le permitió siempre ayudar a su familia. Tras el cierre de dicho colegio, continuó en el Instituto Nacional, donde a sus 19 años siguió cursos de legislación, pero por dificultades económicas no pudo continuar.

“Le remito 4 pesos en plata, pues la mesadita que había dicho ponerle en esa, no se la puesto a causa de que en el colegio creo que se acabará con mucha brevedad, en este caso tendría que retirársela, pero madre esté segura como yo pueda mejor…”

En los hechos nunca dejó de preocuparse por su familia. Cuando adquirió fortuna en las minas de Chañarcillo, aquella exigua mesadita inicial de 4 pesos a su madre, se multiplicó a 4 onzas, que por siempre asignó con ejemplar regularidad.

Su buen rendimiento como estudiante le permitió obtener una beca del gobierno que le permitió trasladarse al Liceo Chile en Santiago, en cuyas aulas establece amistad con personajes tan destacados como José Victorino Lastarria, Manuel Antonio Tocornal y Antonio García Reyes, todos los cuales terminaron por formar parte de la romántica y conocida generación de 1842.

Tras ser trasladado al Instituto Nacional, en 1832, estudió leyes, pero por falta de dinero no pudo terminar dicha carrera. Tres años después el Presidente Prieto, haciendo caso omiso de su condición de opositor, lo designa como secretario de la Intendencia de Maule.

En 1841 se trasladó a Copiapó; coincidentemente se iniciaba el periodo de auge en la minería de la plata. Tras instalar una oficina de abogado comienza a enviar artículos que van apareciendo en El Mercurio, tanto de Santiago como de Valparaíso. Sus artículos sobre la fiebre de la plata de la región, las historias de riquezas instantáneas, las caravanas de aventureros que llegaron a la zona venidos de todas partes del mundo entre muchos otros, captaron toda la atención de los ciudadanos del resto del territorio nacional.

De aquella época es su decisión de comenzar a firmarse Jotabeche, supuestamente usando las iniciales de un vecino del pueblo, famoso por su amenidad y gracia: Juan Bautista Chaigneau.

Sus vínculos sociales le permitieron iniciar con éxito algunas inversiones en la minería. En 1845 fundó “El Copiapino”, en el que difundió interesantes artículos costumbristas que con el tiempo lo convirtieron en el gran escritor criollo, pampino y minero. Sus sabrosas crónicas aparecieron en los principales diarios y revistas del país.

Decía Vallejo: “… bueno, esto de pertenecer a un país estable y ordenado administrativamente nos hace diferente al resto de las naciones. Ese es el gran capital actual de nuestro país. Nuestra patria es hoy por hoy una de las naciones más ilustradas del continente. Eso es un capital que el estado ha administrado en muy buena forma hasta hoy día. Además, nuestro gobierno central ha realizado las gestiones adecuadas para convertirse en un verdadero asilo contra la opresión y la persecución de las dictaduras existentes en el resto de los países americanos. Hemos, por lo tanto, tenido la suerte de acoger a personalidades como don Domingo Faustino Sarmiento perseguido por la dictadura de Rosas en Argentina, o como el ilustrísimo Andrés Bello desde Venezuela y tantos otros que han sido un verdadero y efectivo aporte para nuestra patria. Santiago, debe seguir siendo el centro que irradie la cultura y los grandes lineamientos. El centro que promueva el desarrollo del pensamiento, del arte y la cultura. Atacama favorecido por la divinidad con tanta riqueza minera, por ahora debe contribuir al desarrollo del resto de la nación”.

Sin embargo, en relación con lo netamente político, su discurso se torna en la década del cuarenta más regionalista que nunca, burlándose habitualmente del clima político de la capital. Consideraba que los políticos de Santiago estaban aquejados de “tontedad”. Aseguraba sentirse a gusto en Copiapó porque “la política tiene aquí un interés más accesorio, tan microscópico, que ni siquiera puede considerársela como pasatiempo.

Parte del patrimonio de una ciudad o región está conformada por quienes son sus creadores, especialmente para la época, era la creación literaria la que predominaba. El copiapino José Joaquín Vallejo fue muy certeramente calificado por Benjamín Vicuña Mackenna como un escritor que se caracterizó por ser chilenísimo, ladino, criollo, malicioso, embelequero, copiapino y minero”
Jotabeche, seudónimo que utilizaba al firmar, es reconocido por sus críticos como el padre del costumbrismo. Sus columnas, artículos de prensa y sus cuadros de costumbres populares estaban cargados de humor y talento, y son un notable retrato de la vida cotidiana de la época. Perteneció al movimiento literario denominado la Generación de 1842 y desarrolló en sus escritos una “observación profunda y fina del lado ridículo de los hombres y las cosas, sazonado todo ello con un estilo llano, fluido, original e instintivamente correcto”, según expresó Alberto Edwards.

En 1849, asumió como regidor de Copiapó. Paralelamente, la Universidad de Chile lo nombró miembro académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Ese mismo año, fue elegido diputado por Huasco. Y posteriormente, en 1852, asumió el mismo cargo en Cauquenes, y fue nombrado Encargado de Negocios de Chile en Bolivia, cargo que realizó hasta 1853.

Su figura se hizo definitivamente pública debido a la polémica entre Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento, en torno al tema del clasicismo y el romanticismo en la literatura. Sus textos, de mordacidad y humor, fueron no sólo una poderosa arma para las polémicas políticas y literarias en las que formó parte –como la que protagonizó con Domingo Faustino Sarmiento- sino que también fueron un testimonio de gran parte de lo esencial de su época.

Su principal legado fue su escritura y el valor literario de su obra. Abrió el camino a la escritura costumbrista y al nacionalismo literario.

Falleció el 27 de septiembre de 1858. .

En 1977 el Consejo de Monumentos Nacionales incluyó en su lista de bienes patrimoniales, la casa donde vivió Jotabeche. La cual se encuentra en Totoralillo, en la comuna de Tierra Amarilla. Su construcción característica de la época se establece a través de un conjunto de amplias habitaciones rodeadas por un amplio y extenso corredor, como solían ser las antiguas casas de campo, rodeada de frondosos árboles y palmeras, con galerías y corredores, la cual es posible visitar.

Fin de Parte II

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